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HUMOR Y HORROR SE ESCRIBEN CON H

 

Por: Carlos Fernando Quintero Valencia.

Seguro va en contra de todas aquellas cosas que enseñan en las instituciones educativas, eso que llaman mesura, buen gusto, armonía, belleza; y por eso las obras de Armando Yepes tienen eso que muchas obras no tienen: la potencia expresiva necesaria y suficiente y más allá para movernos de nuestros cómodos asientos, de nuestra cotidianidad, bien sea para reír o para aterrar o para las dos.


Yepes nos ofrece una serie de trabajos que se basan en el dibujo. Un dibujo cargado de líneas sinuosas y firmes, que conforma figuras de rasgos exagerados, que saltan a la vista del espectador en los primeros planos de sus composiciones.


Es así como las retinas se llenan de dientes deformes, ojos desgarrados, manos torcidas, cuerpos enjutos. Y a pesar de todo, su obra no es definitivamente desagradable.

Al contrario, la exquisita factura de cada una de sus piezas nos atraen hasta el goce. Gozamos, reímos, disfrutamos de aquello que nos debería horrorizar, a lo que deberíamos de temer.

Armando Yepes transmuta con su audacia y particular elegancia artística, nuestras sensaciones y emociones, rompiendo con los esquemas culturales preconcebidos y aprendidos.


La ficción, la imaginación, el sueño, o mejor aún, la pesadilla, ha sido históricamente herramientas que le han permitido a los artistas expresar o comunicar situaciones que no se atreven o no puede decir directamente.

 

Este tipo de obras son, en general, reflejos de situaciones y momentos difíciles tanto para los artistas, como para sus comunidades. Revelan tanto lo íntimo como lo social y lo político. Así lo podemos ver en autores del Romanticismo, el Expresionismo, Dadá y Surrealismo.


Las imaginaciones de Yepes son subsidiarias de esta historia. Sus figuraciones, si bien son ficciones, provienen de la vida real y reflejan tanto sus pulsiones como sus pensamientos políticos y sociales.


Con sus obras, establece posiciones críticas sobre su entorno, su devenir como
persona, como individuo entre dos culturas, que a su vez es producto de un
mestizaje continuo, constante e interminable.


Igualmente, Armando Yepes nos habla de su procedencia cultural, de su ser
colombiano, que más que ser una cuestión de fe, como dijo Borges hace ya muchos años, es una amalgama de tensiones y emociones muchas veces contradictorias.

En Colombia nos reímos de todo, incluso de la muerte...


No es la risa alegre, esa de la fiesta, de la rumba, del carnaval, una risa que nos saca del mundo real y nos pone en un estado de alteración de nuestros sentidos, de nuestra conciencia. Tampoco es la risa de la felicidad, que resulta de la inmovilidad de apreciar lo divino y que nos lleva a estados nirvanezcos y de ensoñación, producto del éxtasis espiritual. No. La risa del humor colombiano, la risa que nos provoca las obras de Armando Yepes, es la risa del humor negro, del sarcasmo, la ironía y el cinismo, aquella que primero nos pone en un estado de estupefacción para luego llevarnos a un estado de reflexión y, por qué no, de acción.


Yepes así nos con-mueve. Y nos movemos-con sus obras. Nos lleva del horror al humor, nos hace y reír y nos hace pensar. Pone en evidencia la cotidianidad exacerbada, al materializar deseos, emociones y reflexiones.


Al final, puede quedar un silencio...

el mismo de la H.

 

 

CARLOS FERNANDO QUINTERO VALENCIA
Artista e Historiador del Arte.
 

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